Respira hondo, hasta que te ardan los pulmones y cierra los ojos, aprieta los parpados con fuerza.
Ábrelos
.
Ahora mira a tu alrededor.
Así, justo así. ¿Lo ves?
Bien, pues no lo sueltes.
No lo sueltes nunca.
Entrada más reciente
Entrada antigua
Inicio